viernes, 21 de mayo de 2010

El andén

Nunca me han gustado las despedidas
junto al tren.

Me han parecido líneas y líneas
de melancolía inútil,
almas débiles que temen su propio destino.

Quizá las paralelas nos hagan- una vez más- inútiles,
o cosmopolitas de la imagen onlineada,
y nos dejen,como bárbaros espectros,
soñar en la dulce verdad del horizonte.

No habría que desanimarse por tan cotidiana situación,
ni animar a las almas volátiles a rechazar
lo incomprendido,
porque la respuesta está aquí:

No véis a los viejos viajeros con capa
depositar su alma junto a la cantina
y dejar pasar el tiempo de las vías,
y cuando notan una pequeña vibración
esconden su cara detrás de la aireada ventana que los acoge;

acaso no los veis insuflar ánimo
al viajero novel,
al que su alma quedó en otro andén,
aL que sufre día día la imagen de lo falso.

Algunos, durante la noche,
pasean sin ningún norte por las viejas papeleras,
escudriñando lo poco que aún pueda quedar,
para luego ser mayor en aquellos escondrijos
que los altos viajeros evitamos.

viernes, 14 de mayo de 2010

Así es

¡Qué nos dejen en la paz de los auténticos,
que avisen cuando tengan miedo,
que adviertan de lo imposible cuando el agua
se desborde, y aquellas penas,
las más antiguas, se defiendan solas,
ellas solas en la igualdad de caracteres!

Y que empiecen a amanecer con la suavidad
del astrónomo y la desidia del ambiguo;
el buen carácter del que pasea
y desecha los restos de las almas en pena.

¡Qué nos dejen en la paz abierta de los ángeles
condenados a escuchar una melopea,
los que- con su caramillo- no buscaban a nadie!

¡Qué nos dejen respirar aire libre!

viernes, 7 de mayo de 2010

Una de las verdades

Cuando descubrimos indescriptiblemente lo falso,
nos avisaron a tiempo del riesgo indeleble
que suponía colmarse de esa locura vacua,
imposible de atenciones, difícil de entender.

Solemnemente hicimos un guiño a la realidad,
invertimos lo más sesudo en fruslería
e iniciamos unos derroteros de verdad;
sólo procuramos desandar el camino con alegría.

Y fue así como las insignes bocas del partido
se hicieron oscuras, significativamente oscuras
de placer y de entorno, dejando un ligero vahído,
sin aliento, que ocupara a curas de verso fácil,
a almas perdidas en la locura
de los indescifrables deseos del destino.

Llevadme donde la luz

Llevadme a donde la luz no sepa explicar
el valor de la noche, el valor de los fantasmas
que, presos, se quejan de lo inaudible.

Acercadme lentamente a los viejos amigos
que vociferan con razón la distancia
que, a su lado, era muy corta;

Cuando el almendro muestre su blancura,
llevadme a donde la luz;
sólo quiero cantar antiguos versos de desidia.

Porque, si vosotros supiéseis cuando llega el amanecer,
me llevaríais a lugares que nadie sabe explicar.

Y, como buenos amigos,
estaríamos seguros, imposibles de casi nada,
aunque todo os parezca raro.