jueves, 21 de julio de 2011

Es al revés

Llevadme a Cuba a mi manera,
desoyendo la pobreza, el auxilio del barco;
más aún la claustrofobia del fuselaje
del pájaro del baluarte...

Llevadme a la Cuba mayor de lo que soy,
porque no entiendo el ritmo,
ni el engaño de las brillantes mulatas.

Llevadme a Cuba en el justo instante
en que las caracolas blanquecinas
suenen a corcheas cuadradas.

Llevadme a Cuba con el ron y el son
de no hacer nada,
y que no exista esa humedad que derrocha
luminosidad de las flores más jóvenes.

Así que, lllevadme a Cuba...

domingo, 17 de julio de 2011

El puñal de los cobardes

Nunca afirmes nada a tu espaldas,
ni siquiera si es cierto...

Un puñal amenaza a tu intención
de ser, otra vez, azul,
soberanamente azul-cielo
que es fiel reflejo de la incuria.

Veces dicen que es confusión,
y te vuelves tierno,dejado,
como una manta de los setenta en el suelo
de un concierto.

Y, miras ,por reflejo, a las piernas
de quien te amenaza con un punzón de goma,
ese que te hace sospechar,
del que augura un final infeliz...

¿Será el riesgo como para evitar al beso,
será la dulce memoria como para detenerse,
será el gesto tan inocuo como para invertir
otra vez en esa luna que se hace más pequeña?

¿O quizá será el puñal cobarde de Macbeth,
que sólo deja un ligero reguero de sangre azul?

jueves, 14 de julio de 2011

Cuba

Por primera vez habito esta plaza recóndita;
es fresca y jovial, malvive de gente;
es ideal como nueva visión, certera realidad.

Ya han pasado dos años,
me resultan monótonos los arcos ojivales
de la torre de enfrente
y el tipo que,con panamá, toma el café
solo.

A veces, en la hamaca,
sueño con dignas fotografías
que respondan al encierro civilizado
en el que ahora me encuentro.

Algún soplo de viento me recuerda
a mi verdadero hogar,
a lo más inocuo de los pasos anteriores.

Y comienzo a soñar con las doce del mediodía,
con los besos verdaderos del sol,
con el silencio de las olas que ,ahora, oigo.

Entonces mi alma comienza a despertar sin sentido,
mas con objetivo útil:
las naranjas de aquel patio, dulces,
las que compartía con mi madre en el silencio de la luz.

Sevilla y el carril bici ( segunda parte)

He encontrado con facilidad la solución:
la de saltar de farola en farola como simio primigenio;
ver las pequeñas alturas llenas de ciclos
y excrementos,
para evitar a las bicis, a los perros
y a los peatones.

Pero, me ha sido muy difícil.
Con ello no se impedía la miseria y los ojos perdidos
de los necesitados;
ni la música cierta de los callejeros,
ni la espléndidez del entorno.

Así que comprar una bici ha sido mi decisión,
para que la corroa el hollín del aire,
y, así, venderla a mejor precio.

Sevilla y el carril bici

Hoy, por hombre fuerte y tenaz,
me "han tocado el timbre" de los oídos en Sevilla.

La situación no era tan difícil:
consistía en tocar con barba el derecho
a acechar a los peatones
que sufríamos las cuatros ruedas
esperando que el tipo verde con buena figura icónica
nos diera licencia para evitar.

La tenacidad es obscena o cateta,
como circular a dos ruedas con dos cabezas.

Después de inquietar su singladura con radios,
el tipo se alejó echando improperios
que me hundieron en el sabor del desconocimiento
de mi inocencia.

Confirmaron mis peores presagios mis hijos,
que acompañándome en el paseo matutino
con lucidez me advirtieron de mi error:

No había sido otro que ocupar la luz del día,
que sentir la gran ciudad como un beso del cielo,
que corresponder a lo moderno de viajar en triciclo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Otra vez sobre el oficio

Escribir poemas no es tan fácil
como adorar a un dios
o ignorar a un alma inútil
que acierta con el pellejo divino.

La prepotencia de la palabra no tiene
límites;
ni siquiera la vanidad del poeta más sublime.

Se escribe, porque se vive o se desvive
con situaciones amargas y bailes desacompasados,
o porque se odian las palabras que hieren.

Y hay veces que, callado, no dices nada
y los intérpretes hablan de desidia, de amor,
de dulzura, de sinsabor, de sin grito...

Ellos hablan de la inoperancia de la metáfora pura,
del aficionado a la tristeza,
del aficionado a la incuria,
del deseo de ser no deseado...

Ahora, en verano...

Ahora, en verano, mis hijos suben y bajan las escaleras
como verdaderos fantasmas adolescentes;
y a nadie hacen daño.

Son aparentemente indolentes y dulces
en los viejos escalones de granito rojo
que aún guarda la belleza de lo antiguo.
Pero no hacen daño...

El daño está mucho más lejos de la playas
del verano.

La herida es siempre el paso del tiempo
impasible,idiota:
el que nos hace creer en lo humano y en lo tierno,
en los dientes del lobo feroz
que ataca al viento sin hacerle daño.

Y la situación puede desmejorar,
y hacerse insostenible en la acera;
y seguir creyéndose la belleza subjetiva,
y dulcificar otra vez el alma
en la madurez.

Todo, examinado con reglas y compás,
es tan cierto como ¿qué?

Infatuo, arrojado por esta vela
que nos dirige al pairo,
las olas son más azules que nunca.