lunes, 30 de abril de 2012

De los que se inclinan a derecha e izquierda

Cuando los sacerdotes inclinaban su mal y su misal
e iniciaban su rito de desechos de los hombres
que se acostumbraban a los reinos perdidos,
siempre sentía una pequeña desazón celestial.

El agua se convertía en vino,
dejaba a los más advertidos al borde de la muerte
y también solicitaba el amparo de los impúdicos,
el desamor de los que alumbraban con velas.

Y la costra del versículo difuminado entre sollozos
intuía  un calendario solar escrito por egipcios
que anunciaba sólo lo que era sustantivo y efímero,
lo que  administraba el cielo y el suelo que ignoramos.

viernes, 13 de abril de 2012

Versículos

Le dijimos entre todos que la comunicación no era perfecta,
que las sombras iban y venían extrañamente despiadadas,
que los hombres eran las sombras de la caverna platónica
que asemejaba la verdad del que hace justicia impunemente.

Le dijimos que las rosas-con su perfume- eran un engaño vegetal,
un desprecio a la naturaleza más fría de las vetas del mármol
que en su belleza ignora a la loza más humilde y diaria,
bien que la razón de la humildad siempre reside en la belleza.

Por entonces, aún no había partido ninguna nave enfrentándose
a las olas desaprensivas que eran la vida de los pies cotidianos,
un auténtico enfrentamiento al suelo, a la mar más desafiante,
la que arroja las más voluminosas espumas de traición.

En el otro lado de la impresión era lo más dulce una mirada,
un enfrentamiento en contra de los fenómenos naturales
que ejercían un dominio sobre los aspectos más sórdidos,
los que acompañan a cada ser a diario en todas las mañanas.

Aún hubo tiempo de soñar con los cabellos de nácar
que ejercían una influencia excesiva en los alimentos
de los que padecen sin amor y sin insigne soltura,
la que demuestran en la noche las almas más abandonadas.

Y, como en un buen final, todo se convirtió en oropel,
en verdaderos ojos oscuros, sin fijación en el objeto,
convirtiendo nuestro deseo más profundo en un socavón,
sensación o corriente de aleteos divinos más allá de lo efímero.



viernes, 6 de abril de 2012

Santa Semana

El valor de la cera se diluye en el ácido,
en las fuertes razones de la ética cierta,
en los dulces borrachos que parecen de plástico
ahuyentando a la lluvia, alejándola lejos
de las finas figuras que ya no son de alabastro.