martes, 23 de octubre de 2012

LA CLASE




Me estoy acostumbrando a ser la mirada de todos sobre lozas baratas,
la luz del sol no refleja a la roca pizarra,
no alimenta a las obsesiones de estos viejos deseos.

Guiñando estos ojos de Martin Feldmann, siento soledad;
y me animo con los mínimos comunes múltiplos;
también, sin deseo, veo ojos azules de jóvenes azules.

Doy un paso mirando la punta de mis zapatos,
escribo- recto unas veces- con consentimiento del auditorio,
con la merced de los progenitores que hoy vagan en el paro.

 Y espero, solícito, un gesto de desprecio o de cariño. 
ya no me importan Lorca, ni Garcilaso ni Elisa,
deseo un beso ligero que resbale por mis mejillas.

Y  también acostumbro con dulce zurrón
a alejarme de esos viejos edificios con el temor juvenil
con la desidia del que se excusa diletantemente .

Y abro los oídos y oigo ciertamente esos ruidos
que acompañan a tus pasos en cualquier pasillo.
Buscas, entonces, el refugio de las canas.

Esa interminable idea de huir de allí es profesional,
irremediablemente profesional y admirable por nadie.

Y cuando los escalones se convierten en terreno llano,
sientes despecho, desidia o contrariamente atractivo
sobre lo que a tus espaldas ignoran, lo que el sol atrae.

Es rojo el melocotón ,el dulce sueño, la trampa
impasible del factor que sueña con flotar en el universo.

jueves, 11 de octubre de 2012

Visitas de cumplido

Las visitas de agradecimiento son lejanas ideas de los súbditos,
son duras casi siempre por su falta de pudor, de amor cierto
que imagine que sentir era lo más bello, lo tangible.

Y si no acuden casi nunca, sueñas con tiempos lejanos,
despechas a los ausentes, a la insuficiencia del que ignora
el verdadero amor, las huellas exactas de los dedos,
la imagen del que, alocado por el alcohol, asiente al gesto.

Y, en alta mar. compensas esa insuficiencia que es bella,
determinas con seguridad las ilusiones, los defectos
que han ocupado tu terca vida repetidas veces,
que hicieron de ti un ser innombrable para el vulgo.

Y despiertas entre gente extraña que sabe de tu vida,
que no se emociona con un ligero gesto de la voz,
que interpreta algo distinto a lo dichoso que tú eres,
mientras se sirve una copa ingrata y desinteresada.


martes, 9 de octubre de 2012

Quintetas para el cartero

Somos- creyendo ser clásicos- grotescos e ingenuos,
indefectiblemente sinceros, ingenuamente dulces,
nos sentimos acres en la eterna desidia áspera;
inmediatamente vociferamos con destino incierto
si el río desemboca en el interior del alma.

Ya voy creyendo que somos prosa elaborada,
líneas con aspecto de sonrisa, renglones construidos,
vértigo sostenido por escalones indecentes y  necesarios,
inimaginables poemas de las cosas ciertamente inútiles,
sabores del pasado inescrutable de los falsos dioses.

Son demasiadas palabras en esta mañana  para el cartero,
excesivos augurios de sinceridad cargada de adjetivos,
la acción no ha encontrado la suficiente amargura,
lo extraño está siendo, bajo juramento inútil ,soberbia.
Nada cambiará con la diferencia exacta de la sensación.