A algunos, en el sitio más próximo a la dejadez,
nos asalta la inmejorable idea de lo joven,
la persistente imagen de la piel dulce
que arrastra legajos y lodo invariablemente.
Creemos todavía en la sonrisa de ganador
en cualquier sitio;
nunca nos asusta ninguna apuesta
indeseable y arriesgada.
Pensamos que estar contigo es sólo un velo
sutil de ignorancia,
una admirable pose de caduco artista
con la verdad por testigo.
Y, frente a la imagen,
queremos ocultar nuestro tropiezo real,
aquel que nos indica cuando debe estallar la sonrisa
de viejo monstruo de papel,
un monstruo sin miedo, sin avatares...
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