LA SOLEDAD ERA ESO
Y así comienzas a vivir solo, con la soledad
Trayendo y llevando cosas de aquí para allá
Sin saber dónde colocarlas por inutilidad social
Y por un cierto recuerdo de una niñez similar
Acompañada de falsas realidades inocuas,
Importantes en la madurez ya por indefensión.
Y, una vez que has dado el gran salto
de la melancolía,
de la destreza de esquivar lo tóxico y desechable,
comienzas a soñar una vez más en lo imposible,
lo indefectiblemente inevitable por certero,
para regresar de nuevo al inicio de los hombres.
La comida, siempre innecesaria, no es un ágape,
Sino materia gris que te mira de reojo en el plato
Que despotrica de tus pensamientos e ideas
Recogidas en la experiencia machacona de los días
Que circulan felices con este sol ya insoportable,
Mero gesto de defensa que no abre el campo de visión.
Ahora, jactancioso, disimulas esa debilidad común a la edad,
Interpretas lo que te rodea con demasiada mesura,
con gesto divino prepotente, mas no humano,
para desembocar en los confines de la historia doméstica,
la que, a todos, nos dejará al margen de la civilización,
allí donde los mortales gritan sin ser oídos jamás.