Cuando comenzaron a enredarse en las olas los hombres,
Los antiguos fantasmas y pocos besos verdaderos,
Sentí  ayes de mi
madre y de gente extraña
Que voceaba al borde de la playa.
Y aquel día era muy sencillo:
Dos rayos de sol y una sombra paseando en el horizonte…
Y comencé a sentirme estúpidamente romántico
Y, sencillamente, estúpido por haber abandonado
La vida tan fácil de las plantas…
Hacer clorofila resulta un tanto  cursi
 ante estas
situaciones normales y ordinarias;
luego  pensé en
regresar al mundo de lo tangible
y observé que no le temo a la desazón ni a la mala vida,
sólo a la soledad.
Esa que aún no ha disuelto mi estómago
En trozos rojos de granadas muy ácidas
Ni me ha hecho doblegar ante los fuertes
Que presumen de sus fornidos  brazos.