lunes, 6 de abril de 2009

POLVO Y FANTASMAS

Recientemente he hecho un curso virtual de iniciación a la poesía. Uno de los ejercicios era el siguiente:

Escribe un poema breve (menos de una página) que transmita una emoción o un sentimiento que genere cierta inquietud en el lector, pero sin nombrar esa impresión. Intenta hacerlo a través de imágenes, no de conceptos. Procura no narrar y busca la expresividad huyendo de los tópicos.
Bueno, como no estoy muy seguro de que sea del todo entendible os diré que lo que pretendía transmitir era una crisis de ansiedad que sufre un pianista cuando está dando un concierto frente a un auditorio repleto. Se suceden síntomas tales como taquicardia, terror, manos bloqueadas, boca seca, dificultad para respirar y algo que, según los manuales, suele acompañar a este tipo de crisis y es la certeza, en un instante, de que vas a morir.


Rítmico afán
amplificado en hueso y carne,
sangre en las sienes percutidas.

Notas efervescentes
se hacen humo en la cuerda
frente a doscientos pares
de silentes cigarras enfiladas.

Desmemoriadas manos
sin tiempo,
yermas sobre el embaldosado
negro y blanco.

Me he quedado sin dedos
y sin agua en la boca
sin razón,
sin oxígeno,
sin alma.

Un sonido inaudible
estalla en mi cabeza
y tiembla como el aire
negando la palabra.

Se impacientan
las cigarras adustas
al tiempo que mi tráquea
se colmata de polvo
y de fantasmas.

Creo que he muerto.

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