miércoles, 30 de diciembre de 2009

En esta navidad está el Guadalquivir
dejando guardar a mi imaginación.
Está, aquí en Sanlúcar, también desbordado,
arrastrando sillas y viejos enseres de los pobres.

Esta tarde por Jesús María he visto
sólo la Universitas, los pocos violines
envueltos en comidilla, sin sonido,
sin el alma de los ricos viajando
lejos de la tormenta.

El Guadajoz estaba igual,
igual que las grandes mujeres,
absorbiendo los lados del cauce
y olvidando los besos inútiles
de inútiles hombres...


Y la lluvia cae tan lentamente
como la nieve en el Sur,
tan joven como quien apaga la luz,
donde no hay imposibles,
donde se alegran del odio, de tus besos,
de tus abrazos,
del momento en el que convenzo a mis amigos.

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