Soy un inflexible partidario de la química,
un deseoso de las alquimias con valencia,
una errónea cosa cualquiera con cifras,
un valor de lo que el cuerpo seduce.
Ayer, empecé con el hidrógeno invisible,
con el sudor frío del azufre amarillo,
y el mercurio que paseaba por mis manos
me advirtió de uno de los destinos sin fin.
El Ibuprofeno-¿no es química? me dejó un cuplé,
y sin ser más malo seguí la tabla periódica
que me enseñó a respetar a los gases nobles
y a iniciar: litio, sodio... que no son nobles
Terminé-como es lógico- en un bar lleno de carbono,
de venas formadas por agua y sal, incompetencias
literarias de ácido binocular, exageradamente reales
para luchar con los elementos químicos que nos componen.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...