lunes, 30 de noviembre de 2009

La ciudad , la bestia y el poeta

Me tiene atrapado la indefensión
de no volver atrás.

El regreso impide una respuesta
sin sed.

Ahora, sería más divertido
un gesto.

Es la hora de besar a la bestia,
dejarla hacer de lo suyo.

Si empiezo a alargar el verso
se me vuelve a la mitad: un hemistiquio.

Y sueño con aquellos poetas sucintos,
llenos de calor e imágenes
que en la gran ciudad no son nada.


Los que, con los grandes autobuses,
ignoran la equivocación,
el destino de cualquier pasajero.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Un viaje virtual a Ushuaia

Me manda una postal un amigo
y me dice: estoy en Cabo Verde.
Miro al mapa y no veo fronteras,
ni siquiera el rumbo que llevará
en esa singladura.

Es verdad!
Por ahí viaja;
rumbo a un Brasil que, aquí en la lejanía,
me parece sucio,
con exiguo biquini y poco pecho.

En mi mente no considero tal viaje.
Lo cercano acabó por descubrirme igual que a lo demás.

Y sueño con la imagen de sus postales:
Bali, Senegal o tal vez La India.

Otro día me indica que en Chile
las cosas son distintas,
que los volcanes son muy altos y con nieve,
que me acerque a Ushuaia.

Inútil.
Los ojos tienen el color de la noche
y el bolsillo me anuncia que el próximo bar
queda lejos.

El hecho de ser mujer

Nadie duda ni de su sombra;
menos, aquellos que se siente mujeres
y sus caracteres innatos se extienden por la planicie
sin intención...

No sabemos aún donde se puede llegar:
ingenieras, amantes, directoras generales,
sabias, suspicaces, ininteligibles,
llenas de amor, ingeniosas, políticas...

Quizá lo de amantes no sea cierto.
Mas siempre he buscado un sitio
donde jugar sucio,
tan impío y soberbio como una fémina.

Después de este pequeño asunto,
sólo queda una muy breve cantilena:
" Y ahí estás, cansado y aburrido,
mi inmenso amor".

No volveré a recorrer ese camino, dices.
Y afirmas que conoces a un tiempo,
que dejas llevarte por la mirada, lejos;
aumentar el espectro hasta el final.

A los demás no nos queda más que sombrear el espíritu,
llevar unas alforjas vacías de contenido
y arrastrar la desidia de por siempre.

domingo, 22 de noviembre de 2009

PARA QUE DE UNA VEZ ME ENTIENDAN

Para que de una vez por tooodas me entiendan,
a nadie pido razón ni beneplácito
sobre lo escrito.

Lo escrito es algo que sucede una vez,
como la imagen de lo desaprensivo,
como las antiguas norias que giran y giran
sin marear.

Y llegan en el segundo en el que respiras la verdad,
con intensidad;
y le dices a quien acompañas: ¿Sueñas?

Y siguen girando, obviando el celestial peso
que anda; y la miras con compasión de amor;
y ni siquiera le guiñas,
porque el guiño está reñido con el riesgo.

Al final, el dueño, con un gran hierro
bien forjado en noches de feria inútiles,
detiene el giro del artefacto
del que nadie quiere salir.

El resto, acude al dulce tren que hace frufrú
sin apenas contaminar a las almas dulces...

viernes, 20 de noviembre de 2009

LA INOCENCIA PERDIDA

Ya he descubierto la trampa en el blog.
Hay que marcarse sin dueño
Y esperar al factótum que sueñe despierto.

Tan fácil es engañar como ocultar,
Y decir: “cariño vente a este lado de la carretera”.

Pero hemos bebido tantas cervezas
Que ahora nos da pena abandonaros
Con vuestro secreto
Y no dejar a los analíticos besar la piedra de los filósofos,
Ni a los bárbaros analizar a las imágenes
Que te desprecian.

Por eso hoy os hemos dejado
A este lado de la carretera.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Y OTRA VEZ ESCRIBO DEL OFICIO...

Aún mantengo con esfuerzo y cierta incuria
este loco deseo de mi estrella,
un buen grupo de imágenes disueltas
en modestas palabras caviladas...

Unas veces el numen se me escapa
y pretende alcanzar caros misterios
que despierten levemente todo escrúpulo,
engendrado apenas sin jactancia,
de un asunto ya muy escaso y conocido.

Otras veces, la indolencia se me agolpa
en la zona más lejos de la guerra,
y cancelas muchas citas con el léxico,
y concluyes impulsivo y derrotado
en el campo ya lleno de despojos
por antiguos saqueos del pasado...

...Las más veces, te incorporas
inclinado por encima de las hojas
saturadas de tintas veteranas
que ya te observan tiernamente y sin agravio.

Tú, sólo adviertes
el difícil traspaso de las horas
y te dejas embaucar por ciertas cifras
que dejaste en el olvido de tu historia.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Ese amor que huye de repente

Apretando dulcemente con los labios
el luminoso borde de una falta,
intuimos un fracaso inesperado ya hace tiempo,
un rechazo sutil, alguna causa
que, claramente, justificara aquel triste final
de la aventura
que tanta veces repetimos en la infancia.

Imposible, seguramente,
este horrible destino que delata
sinsabores ocultos,
viejos miedos,
soslayados y rotos casi siempre
por la ignorancia del joven que aún no sabe
del insufrible capricho del azar.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Me acuerdo ("Je me souviens", "I remember")


Preámbulo:
Escrito en un box de urgencias, viendo cómo la vida hace equilibrios para no caerse, porque sabe que no hay red que la salve.
Inspirado en la lectura del libro de Joe Brainard "Me acuerdo", publicado en Sexto Piso (2009). En la cubierta, se cita una obra homónima escrita por Georges Perec, en homenaje a la anterior.


Me acuerdo del uniforme gris y los zapatos de charol.
Me acuerdo de las notas del viejo piano de la madre Concha.
Me acuerdo de las sesiones de canto en la antesala del comedor. El comedor desprendía un olor que todavía hoy puedo sentir. ¿Quién no?
Me acuerdo de lo mucho que me gustaba tomar chocolate caliente los domingos de invierno.
Me acuerdo de los guateques y del tocadiscos portátil de tapa roja.
Me acuerdo de Viva la gente.
Me acuerdo de las huchas del Domund. De los incontables botones del párroco y de la cofia de las hermanas. Y de cuando tiré de una de ellas. Y de lo que vino después.
Me acuerdo del limonero que flanqueaba los lavabos en el patio.
Me acuerdo del crujir del suelo de las habitaciones del internado.
Me acuerdo de la vajilla de Navidad. Y de mi madre y mi abuela dando intrucciones a los que formábamos cadena para devolver las piezas a la vitrina, unos días después.
Me acuerdo de que no entendía las letras de las canciones (bueno, sí de una "que llueva, que llueva..."). Pero cualquiera rompía el encanto de la cantinela con preguntas inoportunas.
Me acuerdo de fingirme dormida para luego encender la lamparita y leer y leer y leer.
Me acuerdo del campesino que recogía patatas bajo la nieve en Sierra Nevada.
Me acuerdo de haber tirado del hilo del dobladillo para alargar mi vestido plisado.
Me acuerdo de tirar de la nariz de mi padre y de salir corriendo.
Me acuerdo de ver a mi madre echar cuentas en su secretaire. De noche. Mientras todos dormíamos, supuestamente.
Me acuerdo de cuando el comedor de mi casa se convertía en un almacén de telas que mi madre cortaba con tijeras de sastre.
Me acuerdo del Seat 850.
Me acuerdo del día que se nos cruzó un perro.
Me acuerdo del impacto.
Me acuerdo de los chiripitifláuticos y de la Casa del Rejoj.
Me acuerdo del "vamos a la cama que hay que descansar...".
Me acuerdo de la carta de ajuste.
Me acuerdo de cómo se arreglaba mi abuela para ver la televisión y de cómo solicitaba silencio.
Me acuerdo de su incredulidad el día que el hombre llegó a la luna. ¿Y no vio a Dios?
Me acuerdo de las bodas de juguete que celebrábamos los sábados por la tarde en la cueva, tras la iglesia.
Me acuerdo de "Eva María se fue..." y de los autos de choque.
Me acuerdo del fuego de la traición de mi mejor amiga.
Me acuerdo del día de la reconciliación, décadas después.
Me acuerdo de mi acalorada defensa del suicidio y de las miradas de reprobación.
Me acuerdo de ver a mis padres besándose en el parque, en la cocina, en la cama.
Me acuerdo de lo mucho que nos reímos mi hermana y yo.
Me acuerdo de mi primer profesor de literatura y del día que me arrodillé para pedirle perdón por mi osadía. Del barullo del aula. Del eco lejano de sus palabras. De lo mucho que me enseñó.
Me acuerdo de hacer pedazos fotografías que no he conseguido borrar de la memoria.

Epílogo
Somos presente y estamos hechos de recuerdos. Mejor no olvidarlo.

Escrito por Lourdes Domenech en A pie de aula