viernes, 10 de junio de 2016

DUQUE ORSINI DE BOMARZO



Este verano incipiente me cubre de cortinas de seda,
Me respeta por ser antiguo visitante de este palacio
Lleno de esculturas afrodisíacas y largas sendas
De verdes sauces y largos cipreses  rebeldes
Torneados por el calor del viento de poniente.

Antiguos fantasmas familiares siguen paseando
Por los recovecos, que los setos plantados por los dioses,
Permiten tamaña usura y atrevimiento,
Por dejarlos enorgullecerse de sus tiranías,
A más de descansar de su increíbles insidias.

Mi apariencia de jorobado les resulta un espectro,
Ignoran mis suaves palabras ante los dioses,
Mis miradas soslayadas para no ver la incuria
Y mi debilidad de eterno hombre discapacitado,
Inoperante para los quehaceres cotidianos.

Ahora, soy eterno, inconfundiblemente eterno,
Un contratiempo que cuenta sus malvadas hazañas,
Sus viejas rencillas llenas de humor ácido y vil,
Sus intentonas de  procacidad y de hombría
Que conducen a una ignorancia bárbara, ajena.