Desde hace tiempo he dejado de visitar la gran ciudad;
los enormes edificios me siguen abrumando,
los coches de gran distintivo adormecen mi espíritu;
las tiendas, sin estar en Navidades, siguen desprendiendo
demasiado valor por lo que deseas ,
y las chicas de ciudad me sobrepasan
como el Gran Danubio.
Mas no soy alguien que se esconda
detrás de los pueblerinos,
de los que todos sabemos.
Se trata de sensibilidad, de una sensibilidad
que arroja fuego en los lugares húmedos,
que admira el largo sabor de la desidia
y entiende las noches oscuras
como viejo perro despreciando el ayer.
Hablar en primera persona es un atrevimiento en un poema;
en la calle, sin premio, no hacen falta rodeos
de falsos y ocultos amores.
Basta con un repaso de miradas ausentes,
un amasijo de ideas fijas sin retroceso,
aquellas que no terminan los versos
y acaban dejándonos en este mundo sin compasión.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...
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