viernes, 19 de marzo de 2010

El mar

Cuando yo sea el señor de la imagen,
indefectiblemente amante de lo ajeno,
dejaré escurrir a las viejas ropas,
el mar quedará lejos;

soberbiamente limpiaré los mares de azul,
despejaré, calafateando, los restos
del navío.

Inúltilmente,
surgirán escritores del amor,
el sabor de la sal será el final amable
de espectros
que rayan con el mar.

Suavizarán nuestras almas
viejos buques
que, en su inutilidad, poco afectarán
a las antiguas almas de lo abisal.

Descubrirán pequeños moluscos
riéndose
de la marea, del albur, de los sones...

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