viernes, 14 de mayo de 2010

Así es

¡Qué nos dejen en la paz de los auténticos,
que avisen cuando tengan miedo,
que adviertan de lo imposible cuando el agua
se desborde, y aquellas penas,
las más antiguas, se defiendan solas,
ellas solas en la igualdad de caracteres!

Y que empiecen a amanecer con la suavidad
del astrónomo y la desidia del ambiguo;
el buen carácter del que pasea
y desecha los restos de las almas en pena.

¡Qué nos dejen en la paz abierta de los ángeles
condenados a escuchar una melopea,
los que- con su caramillo- no buscaban a nadie!

¡Qué nos dejen respirar aire libre!

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