viernes, 1 de octubre de 2010

La tercera dimensión

Sé que mi poca poesía se adelanta
a lo que, mi alma alocada,
interpreta como imágenes,
las más veces prosaicas.

Y, la verdad, no he intentado
ni siquiera culpar del pasado a nadie,
por no ser romántico.

No quise dieciochescamente,
facilitar rudas alcantarillas
a la plebe.

Tampoco los zapatos de broche dorado,
amplios como el alma de un enamorado,
reflejaron la simple observación de los realistas.

Y. entretanto, los que quisieron innovar,
dejaron brochazos de lágrimas en los lienzos,
jugaron con la desconocida geometría.

Fue ahí donde intuimos la verdadera luz del sol.

¡La tercera dimensión era cuestión de ingenio!

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