¿Quién podría trasegar mi alma ahora,
que encuentra, bien hundido, al fabuloso Eneas
y al dios Cupido?
¿Quién podría, tras tres mares tempestuosos,
arrojar al vacío el alma hueca,
la esencia del olvido?
Esa lucha de voz tan a la antigua entre Venus,Eneas
y su Dido,
son engañifas alteradas por la niebla,
inevitables estigmas de los huesos,
leyenda soportada en el indicio.
¿Quién podría delegar en el amor desenfrenado,
lo que ya son caricias apagadas
o sólo ascuas cada vez más aparentes?
Nada es triste, si el amor es desatino,
fuerte redención, más bien... destino.
Y nuestro insigne Don Juan hoy permanece
cubierto por las nalgas de la monja,
escupiendo hacia atrás como un demente.
Nada es casual.Ese es su sino.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...
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