el desprecio que sienten por la dulce medalla
que se otorga sin límites, ni siquiera en esfuerzo,
mostraría sus respetos, desearía cuerpo ajeno,
o, tal vez, olvidara bellos cuerpos de hombres.
Es posible que supieran el sabor de lo simple,
que era, justamente escarceo,
movimiento travieso que adolece de ritmo,
o se esconde detrás de lo que es imposible.
A través de tus ojos descubrí lo inasible,
esperé tantas veces ya tu gesto caduco,
y sufrí torpemente tu belleza inconstante
que auguró, sin ternura, un final deleitoso.
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