viernes, 20 de febrero de 2009

Jueves Lardero

Quizá porque ya alumbran los espejos difuminados,
hemos visto el camino de vuelta, la fuerza y el desamor,
las verdaderas bellezas con corazones apasionados,
la verdad de la hora de jóvenes bien sazonados.

Empieza el campo a asombrarnos con sus verdes,
sus inimaginables marrones invernales
han dado paso a recuerdos sustantivos,
intentando hacer un receso en sus nuevos ideales.

Los más maduros, como el almendro, florecen sin miedo
desplazan a lo lejos a la juventud de la grasa,
acaban mirando a la incipiente primavera con recelo,
cada día se alejan más de la atrevida masa.

Y, al final, ebrio de amor por lo perdido
de una leve intuición, se alejan al hogar
añorando viejos sonidos, viejas viandas
como si sonaran cuatro cascos,
como cuatro resonancias
...

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