lunes, 16 de marzo de 2009

Jesús Gázquez: la verdad que nos lleva

Jesús Gázquez (Montilla, 1965) es un invitado que está en su casa. Durante años trabajó en nuestro Instituto aunque ahora lo haga en Mojácar, así que sólo vuelve al sitio donde aún muchos lo recuerdan.
Jesús es artista, músico, actor... pero sobre todo poeta, escritor. Su obra incluye ya cuatros títulos publicados:


Ríos, Baile del Sol. Canarias, 2009 (De próxima aparición)

Escombro, Huerga & Fierro. Madrid, 2009.

El Asombro, Fundación María del Villar. Tafalla, 1999.

El Norte del Desasosiego, Editorial Ópera Prima. Madrid, 1997.


Su nómina de premios ganados es asombrosa. Si no, juzguen:


Premio Internacional Antonio Machado en Baeza.

Premio para Poetas Andaluces Ciudad de San Fernando.

Concurso de Poesía Ciudad de Zaragoza.

Certamen de Poesía Marc Granell.

Concurso de Poesía Isabel Ovín.

Certamen Literario Benigno Vaquero.

Premio Rilke de Asturias.

Juegos Florales de Bujalance.

Premio Acordes de Espiel.

Fundación María del Villar de Tafalla.

Universidad Popular de Alcorcón.

Certamen de Quintanar del Rey.

Certamen Taramela de San Miguel de Abona.

Miguel Hernández de Rosal de la Frontera.

Premio de la Asociación Marquesado de Priego.


Su poesía destila una curiosa tranquilidad. Frases generalmente simples, casi sucesión de aforismos a veces aparentemente inconexos. Imágenes sencillas de compleja explicación, sucesión de personas, cosas de la vida (amor, tiempo, emociones, pensamiento...) Los títulos de sus obras anuncian un paso de la inquietud (desasosiego, asombro) a una visión del paso del tiempo (ríos, escombros), así la palabra de Jesús comienza en verso y acaba convirtiéndose en sentencia.

Jesús opina así de la poesía y nos deja una breve selección de sus versos. Gracias por compartir estas palabras con nosotros y enhorabuena por tu éxito:


El verso, esa especie de unidad de gracia y pensamiento, como el razonamiento científico, ha de ser riguroso y aspira a ser incontestable, sólo que el verso nace irrefutable y el razonamiento termina con el tiempo siendo cuestionado, sustituido. Pero la poesía no, por ella no pasa el tiempo.


(Del poemario Ríos)


Está a su lado pero lo ve en otro sitio

La soledad y el tiempo se han acabado liando

El mar estos años estaba en las cortinas de las pensiones

Él ha esperado un beso pero ella sólo apagó la luz

Ahora le da las cosas sin mirarlo

Prefiere no ver otras islas en sus ojos

También ella es un lugar extraño


Recuerda qué era yo antes de que me conocieras


El amor cambia de tamaño con la distancia

En el regreso nadie es el mismo

Cada uno piensa en el que nunca volvió

El tiempo es un maremoto


Ya no hay más tristeza que valga, mintió como Penélope.


.............


Nuestro amor es un refugio

Una cabaña en medio de la lluvia

Donde está sólo el recuerdo del otro

Cuando uno acude allí a resguardarse del frío.


..............


(Del poemario Escombro)


Tirada en el suelo la luz

Amarilla de una farola fiel

Un perro asustado hace del mundo una lata vacía

El silencio del que calla no tiene fondo

Hasta aquí se arrastran los mudos sin cura

Es otoño en el corazón de los árboles

Pasando la noche en el parque

Se oye la ciudad crujir


Los vagabundos parecen árboles secos

Como si la vida no fuese con ellos

El poeta es anónimo

Por qué lo buscáis entre los vivos

De los árboles caen los árboles.


.............


El hambre hace que uno mismo se muerda

El amor es dar calor sintiendo frío

Sólo las cicatrices no se pueden compartir.


.............


Dejé pasar el tiempo y perdió fuerza

Hasta que se detuvo en los poemas

Los poemas son animales salvajes

No sirven para nada

Gente que parece no dormir nunca

La belleza es un tigre que te encuentra primero.


.............


La mentira es hacer por un poema

Más de lo que yo haría por mí

Mi mayor ilusión es que me entiendas

Dice el hombre a la verdad.



Discurso de presentación del libro Escombro, de Jesús Gázquez, pronunciado por el autor en el Museo Histórico de San Fernando, Cádiz, el 27 de febrero de 2009.


Creo que el lenguaje poético es el lenguaje más real. Nadie piensa normalmente a la manera de una obra filosófica, con todo su orden en la argumentación, eso requeriría de un ejercicio de concentración, de una disciplina, un trabajo y un esfuerzo impensables, también de una intención, poner en marcha toda la capacidad de elaboración, como cuando se inventa una mentira, o como cuando se da un discurso.
Creo que la poesía carece de intenciones; y digo que es el lenguaje más real porque trata más de lo que se piensa (o se siente) y que no se dice. Puesto que el poeta no está obligado a decir nada puede permitirse un discurso fragmentario, incluso incoherente. Estamos en el terreno libre del arte y realmente el poeta es alguien que no tiene nada que decir sino que sencillamente lo dice. El lenguaje entonces, este lenguaje real, tiene todos nuestros defectos y nuestras obsesiones, es más cercano. Como en la conversación, donde lo que decimos son versos. Y la poesía, en realidad, no es más que la conversación con uno mismo.
Lo que cuesta mucho, la elaboración, el trabajo, todo eso no es arte, es sólo oficio. Trabajar cansa, decía Pavese. Escribir no. Si no es una necesidad fisiológica, escribir poesía es una tontería solemne.
Qué más. Para qué sirve la poesía. Por ejemplo, estoy de acuerdo en que la ciencia necesita de la poesía. Para definir las cosas con belleza, o sea, de una manera primitiva, sencilla y contundente. Igual que la idea es la medida de la ciencia la economía del verso es científica. El verso, esa especie de unidad de gracia y pensamiento, como el razonamiento científico, ha de ser riguroso y aspira a ser incontestable, sólo que el verso nace irrefutable y el razonamiento termina con el tiempo siendo cuestionado, sustituido. Pero la poesía no, por ella no pasa el tiempo.
Pero pobres poetas, no los escucha nadie, nadie los lee. Sin embargo la poesía nos rodea a diario, qué es la publicidad sino versos. Y el lenguaje publicitario ha encontrado un nuevo filón en el lenguaje poético. No paran de quejarse los poetas. Pero, a ver, a nadie le interesan los sueños ajenos. El poeta se ve obligado entonces a vivir la vida por todos nosotros. Tiene que estrellarse contra el mundo a menudo. Por eso necesita más cariño que los demás. Se está sacrificando por todos para hablarnos de nosotros mismos. O al menos eso piensa él.
Por eso nunca un dinero público estuvo mejor gastado que el de los premios de poesía, mientras no estén amañados, claro. Por cierto, ¿no sería eso prevaricación? (Yo les puedo asegurar que éste no lo está.) Pero no nos equivoquemos, la sociedad ha de mantener pobres a los poetas. De otra manera dejarán de sernos útiles y pasarán a ser complacientes con nuestros pecados y olvidos.
No hay peor amenaza que la obsesión por el éxito. La prisa por llegar al reconocimiento. El éxito es como una autovía, que puede convertir al poeta en un turista del mundo. Y la velocidad, hoy en día, es una epidemia.
Los versos que llegan al corazón cogen caminos. Se salen de la ruta y van despacio. Hablan con la gente. No tienen miedo de la lluvia, de la nieve. ¡Ah!, poesía de invernadero, que no se moja. Que busca temas que nadie haya pisado, lugares originales. Especie de ingeniería artificial. Escuché en una ocasión a un poeta asegurar que los temas en poesía están agotados. Sería como haber desautorizado a Velázquez en su momento por seguir pintando retratos. Lo único que necesita el arte son otras visiones. Nada más. Si estos están cansados, que los poetas sean otros. Por ejemplo los sordos, ellos tienen una ventaja sobre todos nosotros: ven el telediario sin voz

4 comentarios:

José Mª dijo...

¿Por qué no le comentas, suavemente, a nuestro amable quehacer de placeres poéticos que explique qué significan sus imágenes?

José Mª dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
fender dijo...

muy bueno... donde puedo bajar este libro lo vengo buscando por mi ciuadd y no lo encuentro, y no tengo como comprarlo online :(( ayuda porfavor!

jesús gázquez dijo...

No hay ciego como quien no quiere ver, José Mª, sobre todo con esas gafas, más que de sol, de luz (de pensamiento).