Hoy he vuelto a insistir en las horas amargas
de los hombres que ocupan el espacio más nimio,
de la gente insidiosa que refleja su alma,
y desea,vehemente,una cierta ignorancia,
ignorada por todos, recubierta de magia.
El asunto era, entonces, una vieja fragancia
de sutiles historias, todas llenas de engaño,
bien cubiertas de fases, de naranjas y leños;
Lo continuo existía por su propia ignominia,
su deseo irrefrenable era pura jactancia,
ejercicios sufrían un ligero desprecio;
resultados imposibles,insufribles desprecios.
Algoritmos inútiles eran puro reflejo
de difíciles cuentas, de incógnitos besos;
de esos versos inútiles que ya encumbran al sexo.
Y fue entonces cuando hicimos
del amor un gran verso,
del desierto una nube, bien rellena de besos.
Y acabóse la insignia que teníamos en el pecho,
nos dijeron, por tanto, que era fatuo el intento
de llevar a tu vida un pequeño deseo.
Rectificantes muy cultos, despreciaron el gesto,
y una nube encarnada, destrozó nuestros huesos.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...
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