viernes, 13 de abril de 2012

Versículos

Le dijimos entre todos que la comunicación no era perfecta,
que las sombras iban y venían extrañamente despiadadas,
que los hombres eran las sombras de la caverna platónica
que asemejaba la verdad del que hace justicia impunemente.

Le dijimos que las rosas-con su perfume- eran un engaño vegetal,
un desprecio a la naturaleza más fría de las vetas del mármol
que en su belleza ignora a la loza más humilde y diaria,
bien que la razón de la humildad siempre reside en la belleza.

Por entonces, aún no había partido ninguna nave enfrentándose
a las olas desaprensivas que eran la vida de los pies cotidianos,
un auténtico enfrentamiento al suelo, a la mar más desafiante,
la que arroja las más voluminosas espumas de traición.

En el otro lado de la impresión era lo más dulce una mirada,
un enfrentamiento en contra de los fenómenos naturales
que ejercían un dominio sobre los aspectos más sórdidos,
los que acompañan a cada ser a diario en todas las mañanas.

Aún hubo tiempo de soñar con los cabellos de nácar
que ejercían una influencia excesiva en los alimentos
de los que padecen sin amor y sin insigne soltura,
la que demuestran en la noche las almas más abandonadas.

Y, como en un buen final, todo se convirtió en oropel,
en verdaderos ojos oscuros, sin fijación en el objeto,
convirtiendo nuestro deseo más profundo en un socavón,
sensación o corriente de aleteos divinos más allá de lo efímero.



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