MELANCOLÍA
Es esa hora de la
mañana en que la oscuridad
parece que pesa,
en que los primeros
viandantes sonámbulos y ajenos
brotan de esas casas
idénticas, horriblemente idénticas,
y pisan fuerte el
asfalto y anuncian su destino…
Las pocas gotas de rocío
que reflejan débiles rayos matutinos
se han indignado al no
ser contempladas;
la soledad es así, no
deliberada, intransigente
como damisela
dieciochesca contrariada ante el despecho
de un bello joven
lechuguino.
Los de más donaire
alardean en las aceras a la nada,
al insufrible silencio
de la calle que, sorprendida,
va guiñando en las
esquinas a las inusitadas señoras
que aparecen por
portales de lujo salmantino.
Los de más pesadumbre
alimentan su ego con el sol
que anuncia viejos
trajes de antiguas oficinas,
ya usados por los
dedos de la muerte…
Sólo un hombre,
hierático, sumido aún en el sueño
callejero de la noche,
despierta sus fauces no por hambre,
Sino por el destino explotador de la pobreza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario