lunes, 5 de agosto de 2019


¿Por qué intento interpretar
el pensamiento de los hombres
sin ni siquiera haberlos intuido
ni escucharlos en su continuo griterío?

¿Quien me ha permitido girar despacio
frente a su rostro impoluto de cristiano
que desea un éxtasis permanente
desechando los rezos más atávicos?

Quizá una suave nube, un fresco viento
diamantino y rencoroso me introdujo
en paisajes bucólicos y fáciles de amar
como paisajes del quinientos más antiguo.

Quizá esta música rastrera de gemelas
voces, me mandó ese examen exacto
de ese sino, advirtiendo fuertes vientos imposibles,
sonoras risas más antiguas que yo mismo.

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