CREMACIÓN
Moriré junto a los viejos eucaliptos de cerca de casa
y los hombres no podrán hacer hogueras con sus hojas
pues apenas arden ante el fuego eterno que nos abrasará,
porque no son ideales para viajar al más allá, al infinito
donde árboles más nobles sirven de sustento al esqueleto.
Igualaré mi desidia a la de los más arrojados y fuertes,
a los que instituyeron el arte del final con maderas dulces
que les dejarán un olor acre al alma impúdica de los
humanos,
a los que no huyeron del destino fatal de la envidia
que en vida es solo un mero gesto cotidiano y procaz.
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