UN DÍA MÁS DE TABERNA
Ahora, después de acabar en este insondable desprecio
del exterior,
de la insufrible
desidia de los ignorantes que pasean,
miro hacia atrás sin rencor a las viejas rencillas,
a los mejores deseos de mis enemigos más desleales
que me desearon fértil destino entre mis recuerdos.
Sin embargo y apenas, deseo que la memoria se vuelva débil,
inefable, ignara , agradablemente deseosa de nuevo néctar
que acompañe al instinto devorador de las horas,
Indicando el fin de lo cotidiano, de lo vulgar
entre tanto abstemio impostado que bebe en silencio.
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