viernes, 9 de abril de 2010

UN GIORNO

- Vamos, hermana, cuéntamelo otra vez, quiero aprender a luchar contra esa barrera yo también.
- Enana, ya te he dicho cómo pasó, sólo espero que tú no tropieces nunca con ello, son circunstancias difíciles de sobrellevar; además, nunca me escuchas.
- Claro que sí, y por ello intento aprovechar cada momento en el que yo puedo blindar ese sentimiento.
- Está bien, pero has de saber que es la última vez que te lo cuento, no me es fácil hablar de esto.
“No sé a qué se debió, pero por mera casualidad del destino, nacimos en el mismo año, por lo que pasamos toda nuestra infancia recolectando pequeños y grandes momentos que hicieron crecer y fortalecer en nuestro interior esa palabra de la que ya habrás oído hablar.
Íbamos hermanándonos: comíamos y dormíamos en nuestras casas desde que éramos pequeños micos; jugábamos todo el día en el parque, en la cochera; papá nos llevaba al campo de excursión a conocer ese mundo que estaba fuera de la televisión y los ordenadores; nos leía cuentos a la vera de la chimenea, etc. fuimos uniéndonos en una sola persona, éramos uña y carne. Hasta que llegamos a la adolescencia.
Hubo un año en el que, como ley de vida, las cosas comienzan a cambiar; se enamoró de una persona, yo de otra, y ciertamente, a esa edad nos la jugaron como a niño que le quitan una piruleta.
No obstante, como siempre, estábamos ahí, de nuevo, para escucharnos y relatar el desastre con el que había acabado lo que en ese momento era el amor de nuestras respectivas vidas; ajajá me resulta algo irónico en este momento ver cómo a esas edades creíamos que el mundo se nos echaba encima, y no llegábamos a ver que nuestra existencia estaba llena de baches peores que esos, los cuales íbamos a tener que afrontar en un futuro.
Éramos algo más que un simple amigo, ¿puede que la palabra sea hermanos? No sé, quizás.
Pasaron los años y nadie nos distanciaba, andábamos de aquí para allá siempre sin alejarnos. Tan solo hubo algunos obstáculos que se nos interponían, mas no lograban superar lo que teníamos cimentado; cogimos diferentes modalidades de bachiller, comenzamos las carreras en diferentes ciudades y…
… un día cualquiera en el que estábamos en el pueblo me llamó con tono de desesperación, me dijo que no quería hablarlo por teléfono y que corriera hacia su casa, necesitaba verme urgentemente y decirme algo.
Llegué al instante y encontré su figura postrada sobre la cama, me miraba fijamente con esos brillantes ojos azul cielo, me dijo que me sentara a su lado.
Como un fuerte hachazo llegaron sus palabras a mi interior, le habían diagnosticado un cáncer. Mi mejor amiga…sí, era ella, ¿por qué? Es algo que nunca llegaré a entender; pero aun así me siento feliz de poder seguir aquí con ella, y no haberla abandonado nunca en la batalla la cual nos tiene a todos involucrados. Salimos adelante poquito a poco, sabiendo lo que se acarrea. El asunto va mejorando.

Por esto te dijo pequeñaja, que aproveches cada momento que pasas con tus amigos, y demuéstrales que importancia tienen para ti. Nunca sabes qué sorpresa te puede dar esta vida.”

No sé si esta vez me habrás escuchado, pero esa palabra de la que te hablaba era: el amor de la amistad.

Beatriz Partera García .1º bach. E (Alumna premiada en el concurso convocado por el IES Francisco de los Ríos conmemorando el Día de S. Valentín)

No hay comentarios: