sábado, 24 de marzo de 2012

El tren

Tengo un cierto desdén al tren,
un antiguo desprecio a las paralelas:
una inesperada belleza se insinúo una vez al aire
que suavemente entraba por la ventana
del rudo y frío departamento, y se marchó.

Y yo, llorando como un niño,
vagué por aquellos estrechos pasillos
que presumían ante el hormigón
de los postes que pasaban rápidos,
y se enajenaban de un dolor simple.

De todas formas, no fui nunca rencoroso.
Subí a los trenes antiguos, a los viejos
los miraba con recelo,sin despreciarlos,
con cierto recato, eso sí.

Pero, los veía como entradas de un túnel
ignoto, muy negro, sin intenciones...

Sin embargo, el mar me enseñó el aire
de ese otoño que ese año era así,
dejaba asfalto de esperanza a las increíbles olas,
a los que esperaban un ocaso imposible.




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