¿No es
verdad que mamá hoy ha vuelto otra vez?
¿Y no
es más cierto el sonido que desprende su falda
Tantas veces
almidón de tejido sincero?
Acostumbraba, enojosa y distante, cesta llena
De fruta
del jardín ya prohibido, a sentir siempre cerca
Cuatro bocas
azules que exigían sin mesura los mejores manjares.
Y
traía, casi siempre, a la luna más llena, al suspiro inconcluso
De un
taller olvidado, desoyendo el ruido de los toscos artefactos
Que
montaban sin fin un montón de emociones que eran piezas con ritmo.
Intentaba,
otras veces, deshojar las estrellas ignorando atrevida
Que universo
tan grande era mera figura de una boca inconstante,
De un intruso
instrumento que templara a la música.
El
sudor de su frente hoy es pura osadía, la mentira más fuerte
Que interpreta
a un destino que, tal vez, ya perciba los
lugares ignotos
Caramelos
de seda que seguro no saben de las
dulces fragancias
prometidas
ha tiempo por la simple visión del que ya no regresa.
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