jueves, 14 de agosto de 2008

Carreras

En el justo instante en el que el carguero
surcaba la línea del horizonte de Doñana,
caballos de dueños ágiles
ignoraban las apuestas de los chiquillos,
inutilizaban la tarde...

Luego, llegaba el fin del verano, en Bonanza,
y gente rugosa ,
sin el artificio del circo
volteaba al oso que hacía aspavientos
cuando comenzaba el runrún de los barcos.

1 comentario:

BIBLIORIOS dijo...

Qué recuerdos de los caballos de Sanlúcar me han traido estos versos...