lunes, 4 de agosto de 2008

Mecanografía de messenger

Siempre había enaltecido el rango de las teclas,
los míseros derrumbes del amor
con sucia tinta reflejado...

Saltar de una letra a otra era una osadía
que, con el tiempo, sucumbía al suave roce
de los dedos;

incluso la antipatía era difícil de escribir,
el sueño más imposible, por codicia;
y los brotes de pasión no dejaban al punto
sin descanso.

No sé si los indescifrables apócopes del asunto
me han hecho viejo,
si el contenido de la frase es el mismo
o si, en esta ocasión,
debemos dejar dormir
a las yemas de los dedos que no expresan
tan raudamente las íntimas líneas del olvido.

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