lunes, 6 de abril de 2009

La pesadilla del bolígrafo

Miguel era un chico de 14 años que estaba en el instituto, el maestro mandó que hicieran un cuento, pero el pobre chico tenía muy poca imaginación y pensaba:

  • ¡Qué cosas tiene el maestro! ¡Con la edad que tenemos! Pero donde manda capitán no manda marinero. ¡Si me concentro, algo se me ocurrirá!

El muchacho fue a comprarse un bolígrafo, pero era domingo y entonces fue a los chinos ya que ellos no descansan. No estaba el de siempre, estaba un anciano con cara de pocos amigos y el hombre le dijo que no le quedaban bolígrafos aunque al ver la cara de preocupación, le prestó uno y le dijo que no era normal, nunca debían darle los rayos de la luna porque cobraría vida propia y escribiría sus pensamientos más verdaderos.

El muchacho cogió el bolígrafo y se fue a su casa; una vez allí, empezó con el cuento, quedó durmiendo justo delante de la ventana en el escritorio y sin darse cuenta se hizo la noche y con los primeros rayos de la luna el Boli empezó a moverse, se levantó y empezó a tachar todo lo que Miguel había escrito poniendo en su lugar todo lo que pensaba sobre sus profesores y compañeros de clase. Por la mañana cuando se levantó, y se fue a la escuela, entregó el trabajo sin saber nada. Al otro día Miguel se fue muy contento hacia la escuela. Cuando entró en la escuela toda la clase y el maestro estaban muy serios mirando a Miguel y dijo:

  • ¿Qué pasa?, ¿he sacado buena nota?

  • ¡Buena nota! -Contestó el maestro mosqueado- , ¿Qué pretendías con esto, Miguel?¡Estás expulsado y mañana llamaré a tus padres, no volverás a pisar este instituto! - dijo el maestro.

Cuando el muchacho leyó, se dio cuenta de lo que había escrito y dijo:

  • ¡Yo no he escrito esto! ¿Por qué tiene mi nombre?

Cuando Miguel pensó en las palabras que le dijo el viejo sobre el bolígrafo se echó las manos a la cabeza. Intentó explicar lo que había pasado a la clase, nadie le creyó porque, claro, ¿quién iba a creer esa locura?. Corrió hacia la tienda a llevar el bolígrafo al viejo pero no estaba el anciano. Estaba el hombre de siempre y le dijo que no le habría podido vender el Boli porque el domingo no abrió la tienda. Salió corriendo hacia su casa y no había nadie, subió a su cuarto y quedó dormido en la cama, despertó en el escritorio y dijo:

  • ¡Vaya sueño que he tenido!

Se fue hacia la escuela y cuando volvió tranquilo de que todo estaba bien y en su sitio, subió a su cuarto, se encontró el bolígrafo al lado de una nota que decía: CONTINUARÁ.


Francisco Martínez Serrano, alumno de 3º ESO B

1 comentario:

José Mª dijo...

¿Quién dijo que el surrealismo había desaparecido con Dalí?´
Espero que estos jóvenes escritores, no dejen de pensar que detrás de la calera, no hay nada más que sal. Mucha acritud y, nunca desánimo, y mucho amor...Siempre mucho amor: incluso para los más, letradamente, incomprendidos.