Ahora, en verano, mis hijos suben y bajan las escaleras
como verdaderos fantasmas adolescentes;
y a nadie hacen daño.
Son aparentemente indolentes y dulces
en los viejos escalones de granito rojo
que aún guarda la belleza de lo antiguo.
Pero no hacen daño...
El daño está mucho más lejos de la playas
del verano.
La herida es siempre el paso del tiempo
impasible,idiota:
el que nos hace creer en lo humano y en lo tierno,
en los dientes del lobo feroz
que ataca al viento sin hacerle daño.
Y la situación puede desmejorar,
y hacerse insostenible en la acera;
y seguir creyéndose la belleza subjetiva,
y dulcificar otra vez el alma
en la madurez.
Todo, examinado con reglas y compás,
es tan cierto como ¿qué?
Infatuo, arrojado por esta vela
que nos dirige al pairo,
las olas son más azules que nunca.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...
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