Por primera vez habito esta plaza recóndita;
es fresca y jovial, malvive de gente;
es ideal como nueva visión, certera realidad.
Ya han pasado dos años,
me resultan monótonos los arcos ojivales
de la torre de enfrente
y el tipo que,con panamá, toma el café
solo.
A veces, en la hamaca,
sueño con dignas fotografías
que respondan al encierro civilizado
en el que ahora me encuentro.
Algún soplo de viento me recuerda
a mi verdadero hogar,
a lo más inocuo de los pasos anteriores.
Y comienzo a soñar con las doce del mediodía,
con los besos verdaderos del sol,
con el silencio de las olas que ,ahora, oigo.
Entonces mi alma comienza a despertar sin sentido,
mas con objetivo útil:
las naranjas de aquel patio, dulces,
las que compartía con mi madre en el silencio de la luz.
Día de a Biblioteca 2019
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La Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, a través de la
Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, impulsa la celebración
del *Día...
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