"Se que mi mirada a veces, es como el filo de un precipicio cuando pienso en ella, susurro su nombre al viento y seguidamente extiendo las manos para acariciarlo, y no está.
La conversación en la mesa gira en torno a ella como una mariposa alrededor de la luz.
...¿Cómo podrás sanar este mundo tan herido y que no te haga daño?
A pesar de todo tendrás que cruzar la vía cada mañana y sobrevivir aunque la tristeza agriete tus labios, tendrás que ahuecar los miedos como puedas, disipar la angustia en el recuerdo de tu sonrisa viva.
Por eso hoy gritaré desde aquí, lo más alto que pueda:
¡Hija, haz que tus sueños se cumplan antes de que se esfumen!"
En el año 2004 asistí en la facultad de "Filosofía y letras" a un taller literario de poesía; en este taller no sólo de leía y escribía poesía -idea que yo arrastraba en el momento en que me inscribí en el curso- sino que además, nos proponían desafíos del tipo:
"imagina que tu compañera tiene a su hija viviendo en otro lugar, tan lejos de ella que tarda mucho tiempo en verla, intenta describir qué le dice con el pensamiento...", entonces te señalaban a la persona sobre la que tenías que realizar el ejercicio y sin apenas conocerla había que imaginar qué tipo de madre y persona era o podría ser. El texto que yo escribí fue este.
Es de los escritos que más impactó en el taller, la madre en cuestión se emocionó hasta tal punto que lloró desconsoladamente durante un rato -realmente su hija estaba lejos de ella-, me agradeció el hecho de que -al verla tan emocionada- se lo regalara. Creí que no conservaba este texto, pero suelo escribir en los cuadernos y libretas que mis hijos dejaron inacabados en el colegio o en el instituto, y revisando uno de esos cuadernos, encontré el borrador de este texto que posteriormente pasé a un folio y entregué correctamente presentado.
La monitora del taller fue Ana Belén Ramos, a la que agradezco desde aquí todo lo que nos hizo aprender y disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario